Comentario
Mientras el comienzo de este período final conoce el momento culminante del libro manuscrito de lujo iluminado con multitud de imágenes, al final comienza a ser sustituido por el libro impreso, también completado con grabados y más barato. Tanto uno como otro tienen una difusión mayor que en el pasado, en tanto que se generaliza el uso individual iniciado en los siglos anteriores. Son numerosas las personas de alto rango que manifiestan un verdadero entusiasmo por el texto escrito e iluminado, lo que quiere decir por el contenido, pero también por el complemento estético que supone su ilustración. Ya en el siglo XIII Raimundo Lulio se quejaba de que muchos querían los libros para admirarlos más que para edificarse con su lectura. Esto es mucho más claro en los siglos siguientes.El más importante de todos los libros de uso entonces es el "Libro de Horas" cuyo ciclo de imágenes es siempre religioso y sobre el que volveremos. Pero interesa resaltar ahora otro tipo de obras que presentan una iconografía muy diferente. Por ejemplo, las obras históricas, las crónicas encargadas para enaltecer un reino, el gobierno de un monarca o las hazañas de una familia o un individuo de ella. Muchas se iluminan. Así, el rey de Francia, Juan el Bueno encarga una traducción al francés de la "Historia" de Tito Livio. Su hijo, el gran Carlos V, manda hacer una copia muy ilustrada (París, Biblioteca del Arsenal, ms. 5212). En estos momentos la historia del escritor romano era considerada magistral y por tanto digna de tener en cuenta por los hombres políticos. Felipe el Atrevido de Francia había encargado una historia oficial de la monarquía en el siglo XIII que fue completada por sus sucesores. Carlos V la puso al día extendiéndose mucho en los gobiernos de su padre y el suyo propio reuniendo todo en una copia de lujo sumamente ilustrada (París, Biblioteca Nacional, fr. 2813). La canción de gesta del siglo XII, "Girart de Roussillon", se convierte en libro de historia en el siglo XV, cuando Felipe el Bueno, gran duque de Borgoña, encarga a Jean Wauquelin una nueva redacción. La razón era principalmente política: el héroe, antecesor de los duques, se levantó contra el legítimo gobernante, como en cierto modo sucedía con los duques respecto a los reyes de Francia. Con la obra terminada se procedió a elaborar un extraordinario ejemplar de lujo magníficamente iluminado (Viena, Biblioteca Nacional, cod. 2549).Diversas obras literarias antiguas y medievales de éxito se copian en sus textos originales o se traducen en diversos ejemplares más o menos suntuosos. El "Roman de la Rose" es uno de los grandes éxitos de la Edad Media. Ahora se copia en los mejores ejemplares franceses, como el que conserva la Biblioteca Universitaria de Valencia (Ms. S. 387). La temática caballeresca, ya entonces de venerable antigüedad, renace y se multiplican las copias de diversas narraciones. El "Guiron le Courtois" se copia en Lombardía con miniaturas de una delicadeza de pincel excepcional (París, Biblioteca Nacional, Nouv. Acq. Fr. 5243). Nuevas obras se escriben de acuerdo con ese espíritu, pero cargadas con alegorías. Es René de Anjou quien escribe el "Cueur d' amours Espris" y lo manda iluminar a su gran pintor y miniaturista Bartolomé Van Eyck (Viena, Biblioteca Nacional, Vind. 2597). Los importantes escritores italianos del Duecento y Trecento, Dante, Petrarca y Bocaccio, adquieren una resonancia internacional, son traducidos a otras lenguas romances y copiados los textos en Francia y la misma Italia en ejemplares iluminados. Como podría parecer normal en una cultura donde la importancia del individuo es tal, el retrato adquiere un protagonismo sin precedente.En los tiempos anteriores era claro cuáles eran los centros que creaban los grandes modelos góticos. Primero fue el norte de Francia con la gestación de ese edificio total, porque integraba a la arquitectura, la escultura y la vidriera, que fue la gran catedral del siglo XIII. El modelo alternativo a la pintura lineal de muros, pergamino y vidrio, fue una creación del centro de Italia, sobre todo Roma y la Toscana. Pero ahora resulta más difícil establecer prioridades. Es importante la arquitectura inglesa, que se impone curiosamente un ejercicio de austeridad con el "perpendicular style", cuando en los años anteriores se había adelantado a otros países creando unas formas profusamente decoradas que sirvieron de modelo. La creación y la difusión de la gran torre terminada en aguda aguja es preferentemente alemana. En Francia se crean obras delirantes en su ornamentación, pero no puede decirse que de allí partan las modas arquitectónicas.En pintura y miniatura la denominación de internacional para designar al primer modelo de pintura es significativo de un carácter que supera las barreras de Estados y países, aunque en la miniatura los centros principales estén en París. El segundo modelo, por el contrario, se califica a veces de flamenco, porque su origen está en un prodigioso grupo de pintores todos ellos activos en Flandes. La última reforma de la escultura la protagoniza Borgoña a través de la obra de Claus Sluter, pero está aún por determinar si parte de las novedades no están ya en el lugar de donde procede el gran escultor: los Países Bajos de nuevo. Sin embargo, es dudoso que sea posible considerar que mantenga este papel rector ni Borgoña, ni Flandes en la segunda mitad del siglo XV, cuando en el Imperio existe un grupo espléndido de tallistas en madera que prolongan su trabajo más allá de 1500 o en Castilla se cubren los presbiterios con inmensas fábricas de madera policromada. En definitiva, que el importante período del que estamos hablando está falto de esa unidad que se presentó en otros momentos en la Europa medieval. A cambio, existe una diversidad de centros, de formulaciones artísticas y arquitectónicas, que convierten este final del medievo en algo de una extraordinaria brillantez.¿Hasta cuándo se debe prolongar? No hay respuesta clara. De nuevo hay que analizar cada país o cada región para decidirlo. En Toscana aún convive el internacional con el renacimiento en la tercera década del siglo XV, cuando las grandes familias prefieren el preciosismo internacional de Gentile de Fabriano en su deslumbrante Epifanía (M. Ufizzi) a la solidez del nuevo lenguaje de Masaccio. En Lombardía y Piamonte, sin embargo, se construye la catedral de Milán, sin duda gótica, y viven muchos años del siglo XV, artistas como Michelino da Besozzo, Jacquerio o Belbello de Pavía. En todo caso es posible afirmar que en la segunda mitad del siglo XV el Renacimiento se había impuesto en Italia, aunque quedaban reductos y modas que mantenían contacto con el mundo anterior.En el resto de Europa occidental ocurre lo contrario. Hasta 1500 predominan en todos lados los modelos no renacentistas, aunque aires provenientes de la península italiana hayan llegado ya a todas partes, de modo ocasional o más firme. Después de esa fecha es difícil pronunciarse. Hay quien niega el nombre de renacimiento a todo lo que venga de Italia y propone el término de manierista para todo lo que se hace entonces. Es evidente que en ningún lugar se entendió el movimiento en Italia, pero la pervivencia de la tradición anterior fue muy viva en los primeros años del siglo nuevo.La independencia que las restantes artes van obteniendo respecto a la arquitectura (al menos en lo que afecta a la escultura y a las artes del color, como la pintura mural o la vidriera) en los siglos anteriores, se consuma ahora. En ciertos momentos, como ocurre con los grandes retablos de la Península Ibérica, se diría que incluso la arquitectura se modifica y se pliega a las exigencias de estas colosales fábricas que obligan a cerrar las ventanas de las cabeceras y a pensar en fuentes alternativas de luz para alimentar los presbiterios faltos de ellas. A mi juicio, la arquitectura ha perdido el papel director e integrador que tuvo en el románico y en el primer gótico. Esto no quiere decir que no existan grandes arquitectos y obras muy atrevidas. Aunque se han abandonado los arriesgados alardes constructivos del siglo XIII en la búsqueda de la estructura más diáfana y la altura más desmesurada, se mantiene un sólido oficio que permite elevar estructuras tan espectaculares como la que consigue Guillem Sagrera en la Sala de los Barones del Castel Nuovo de Nápoles. No obstante, tal vez sea la pintura (con la miniatura evidentemente) la más creativa, variada, cambiante, la que ensaya lenguajes nuevos de calidad excepcional. Es también una etapa espléndida de la escultura, en portadas todavía sujetas al marco arquitectónico; en retablos con estatuas exentas, grandes grupos o relieves, construidos en mármol, alabastro y madera; en sepulcros suntuosos y caprichosos de forma; en imágenes sueltas fabricadas con todos los materiales.